miércoles, 6 de febrero de 2008

Siguiendo el juicio a los represores en Corrientes



Como el "Correntinazo" de 1969, que antecedió al "Cordobazo", o el de 30 años después, que echó a tres gobernadores, Corrientes puso un nuevo hito en la historia argentina. Seis militares serán sometidos a juicio oral por aplicación de torturas, desaparición forzada de personas y una larga lista de cargos. Entre los acusados se encuentran el último jefe del Ejército de la dictadura, Cristino Nicolaides (que estuvo ausente), y un ex presidente de la Sociedad Rural de Corrientes, el capitán retirado Juan Carlos De Marchi.Juan Carlos De Marchi ingresa esposado a la sala de audienciasDicen las crónicas que De Marchi siguió la lectura de los cargos sin que se le borrara de la cara un gesto de soberbia y seguridad en sí mismo. Como si confiara en que la historia volverá a repetirse para que los represores de las luchas populares terminen sus días tranquilamente sin rendir cuentas a nadie. Como si este juicio (y otros más en el resto del país) no fuera una excepción en la larga historia de la impunidad argentina.Organizaciones sociales y políticas acompañaron el inicio del juicioQuizás lo más potente de este proceso es que significa una ruptura de lo que la sociedad ha aceptado tradicionalmente como natural e inmutable. Porque desde las matanzas de aborígenes en el Chaco y la Patagonia a los fusilamientos de obreros en las estancias de los grandes terratenientes, pasando por la "Semana Trágica", el bombardeo de Plaza de Mayo y la masacre de Trelew, hasta llegar a la represión en Corrientes en diciembre de 1999 y en Buenos Aires y otras ciudades en diciembre de 2001, sobran los ejemplos de crímenes organizados desde el Estado. En cambio, salvo aquellos ajusticiados por alguna bomba anarquista, ninguno de sus responsables ha sido juzgado jamás. Militantes correntinos desaparecidos por la última dictadura militarPara quienes llevan demasiados años viviendo y aceptando la impunidad, la reapertura de las causas a los represores de la última dictadura se les presenta como un regreso indeseable al pasado. Prefieren olvidar antes de preguntarse porqué el Estado recurre a sus fuerzas armadas para proteger los intereses de los hacendados, industriales y banqueros. Si embargo, los juicios son un regreso al futuro: una pequeña posibilidad de que nuestros hijos crezcan en un país donde nadie tenga miedo de rebelarse ante la injusticia.Fotos: Leticia Gaúna y Víctor Ocampo; Ángeles D´Aveta.

1 comentario:

Diego dijo...

Propaganda goebbeliana "al servicio" de la Justicia

Joseph Goebbels fue el Ministro de Propaganda del gobierno de Adolf Hitler en la Alemania Nazi, es recordado fundamentalmente por la frase “una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”. Pero Goebbels fue mucho más que el autor de un apotegma genocida, y por cierto habría de influenciar decididamente en la dictaduras militares como la argentina, su valoración de la propaganda y los principios rectores de la misma.
Adoptando la idea del "orden", e identificando a un único enemigo (la subversión), la dictadura militar cumplía con los dos primeros principios de la teoría goebbeliana:
1. Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.
2. Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
Pueden verse en nuestros días en los sitios de Internet como youtube, videos de la publicidad del "Proceso de Reorganización Nacional", como dieron en llamar graciosamente a la dictadura los militares de la época. Inteligentes, cargados de simbología "patriótica", los cortos publicitarios formaron junto a las publicaciones oficiales, parte del paquete publicitario tendiente a generar consenso social en relación al régimen.
Uno de los libros que publicó la dictadura fue "El Terrorismo en la Argentina", una especie de Manual Ibáñez fascista que, nuevamente en cumplimiento con los principios uno y dos de Goebbels, mezcla acciones de la Triple A con la de Montoneros o el ERP y las suma como provenientes de un mismo y único enemigo. La Triple A claro está, estuvo en los hechos muy lejos de ser considerada enemiga del régimen, constituyendo más bien la génesis del Terrorismo de Estado.
Pues bien, precisamente este libro fue el eje del "contexto histórico" del alegato de la defensa de Barreiro y De Marchi, quienes habían anunciado en los medios que harían una defensa técnica y "no ideológica o política como las querellas y el ministerio público" al decir del Dr. Buompadre.
La parte acusadora, en el entendimiento de que esta causa es judicial claro está, pero también un aporte a la reconstrucción de la memoria histórica, introdujo la cuestión de la "doctrina francesa", del "Plan Cóndor" y la "Doctrina de Seguridad Nacional", así como algunas críticas a las conclusiones de la Causa 13 (Juicio a las Juntas), en virtud de que en aquél entonces no se tenían por ejemplo los "archivos del terror", hallados por el Premio Nóbel Alternativo por la Paz, el Dr. Martín Almada, ni el interesante trabajo de la periodista francesa Marie Monique Robin "Escuadrones de la Muerte-La Escuela Francesa", donde Generales de la Nación confiesan las torturas y la desapariciones.
La defensa no quiso ser menos, pero en vez de basar su alegato en conclusiones acerca de lo que se introdujo como prueba en el debate, prefirió el auxilio del libro mencionado y no aludió tampoco a los testimonios vertidos en el debate (como lo hizo la querella) para particularizar las cuestiones generales que tiene el contexto histórico en que sucedieron los hechos.
En suma, en vez de decir que no lo cometieron sus defendidos, en virtud de tal o cual circunstancia histórica, comprobable por los testimonios de fulano y mengano o teniendo en cuenta ésta documentación o aquella, prefirió el Dr. San Emeterio historiar el accionar de los grupos civiles armados, acaso pretendiendo explicar, sin negar la veracidad de las acusaciones, que "por algo será" o "que se lo tenían merecido". Nuevamente hubiera sido necesario recordarles el objeto de juzgamiento. Como diría el Fiscal Auat, "si no se estuviera ejerciendo el derecho a defensa tendríamos que hablar acá de apología del delito".
"Estos datos pueden ser obtenidos de cualquier manual de "historia objetiva" dice San Emeterio sin sonrojarse y señalando su ejemplar de "El Terrorismo en la Argentina".

Los latiguillos

Cada párrafo y medio de su alegato, el Dr. San Emeterio dice la palabra terrorista, y relativiza el término "Terrorismo de Estado", contraponiéndolo con el de "Estado Terrorista", pero quiere volver una y otra vez a la palabra en cuestión, de la misma manera que más adelante no se cansaría de mencionar a Verbitsky, a quien acusa junto a Rodolfo Walsh de "poner bombas" y asesinar a Vandor.
"Verbitsky fue entrenado en contrainteligencia en Cuba" dice el vehemente San Emeterio y remata que junto a Bonasso formaron parte de bandas terroristas, curiosamente empleando los términos que recomendaban los boletines secretos de la dictadura. También Eduardo Luís Duhalde y Juan Gelman son blancos de la despiadada diatriba del letrado, pero sobre todo Verbitsky, sobre el que carga una y otra vez.
Luego se explaya sobre sus conocimientos de la "prensa subversiva", mencionando a "El combatiente" del PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores), "Evita Montonera" de la Organización Montoneros y "Estrella Federal" de vaya a saber quien, porque es el primero que lo dice, hasta aquí el común de los mortales creíamos que se trataba de una bonita planta de flor roja, que al parecer no es del agrado de San Emeterio.

El alegato en serio

Finalmente viene la parte de la defensa técnica, que recae en el Dr. Buompadre como no podía ser de otra manera. Con histrionismo, y un tono con todos los matices que necesita un discurso bien pronunciado, Buompadre empieza siendo condescendiente con los testigos de la querella, a quienes jura que no va a descalificar, con la clara intención de contrastar con la actitud que según él tuvo la contraparte, quienes según su óptica han descalificado sin piedad y descontextualizando los dichos de estos testigos, "cortando y pegando" los aspectos que más le favorecían para elaborar la acusación.
Habla luego de los legajos de sus defendidos, y pretende explicar porqué De Marchi reiteró su voluntad de dejar el Ejército a fines de noviembre de 1976, si según él ya no estaba desde el 20 de agosto del mismo año. En este sentido señaló que rehizo el pedido porque por nota del 16 de octubre le cuestionaron aspectos formales de su primer nota y que en la segunda sencillamente corrige ese error.
Su planteo es ingenioso y creíble, que duda cabe, se le podrá acusar de todo menos de ser inteligente a Buompadre, lo que omite explicar, acaso por el vicio de "cortar y pegar" lo que más conviene, es que la nota en la que corrige el apurado por retirarse de Marchi la redacta un mes y medio después de señalársele el error, pero que esta no es la única ni la más importante documental en su contra en este punto, lo más jugoso proviene del legajo de Losito, quien ubica a su jefe participando del operativo donde cae abatido Colombo en noviembre de 1976, mucho después de su supuesto retiro.
Después cambia el tono, se vuelve enérgico y olvida la promesa de no desacreditar a los testigos de cargo y la emprende duramente contra Judith Casco, diciendo que la defensa está autorizada a decir "señora, usted ha mentido", porque refiere haber sido detenida por Barreiro el mismo día en el que éste contraía matrimonio. "Cómo alguien va a dejar por unos momentos su luna de miel para ir a detener una persona" dice, asumiendo como verdad la imposibilidad de tal hecho, que tiene muchos aspectos psicológicos e ideológicos que deben ser puestos en la balanza. El compromiso de Barreiro lo llevaría nada menos que a ser el sucesor de De Marchi, y eso tiene a veces su exigencia.
Sostiene luego que no va a discutir la asociación ilícita, pero a renglón seguido es precisamente lo que hace, imaginándose una situación donde ubica antojadizamente a Píriz, Barreiro, Nicolaides y Videla (sic) discutiendo el plan represivo a seguir.
Luego pasa a otro tono nuevamente, y empieza a reafirmar cada punto de la estrategia defensiva, señalando que Agterberg, un testigo de la defensa "lo veía constantemente" a De Marchi en la Estancia Santa Rosalía, poniendo en boca de este testigo lo que hubiera querido que diga, lo mismo dicen los otros testigos según Buompadre, es decir aquellos que trabajaban en la Estancia, "claro, eran rentados...¿pero podemos asumir por eso que mienten?" señala con sentido común, pero confiado de lo efectista de su discurso incurre en un error, sale el lapsus delator, cuando afirma que "Lita, la cocinera de Millán le hacía la comida y la cama al señor De Marchi cada vez que venía a parar unos días". ¿Vivía allí o venía a parar unos días?
En este punto vuelve a la carga contra los testigos, especialmente contra Ramón Aguirre "un señor que al parecer por razones personales fue a Europa" dijo refiriéndose al humilde militante del interior que no podría haber conocido Europa de otra manera en que lo hizo: como exiliado político.
Acá pone en boca del testigo una afirmación que solo existe en la imaginación del letrado, dice que "Aguirre señaló haber visto a Artieda el 2 de junio del "77 en Posadas, cosa que hubiera sido imposible ya que Aguirre estaba preso en ese momento". Jamás hizo tal aseveración Ramón Aguirre, ni en instrucción ni en el debate.
También vuelve a atacar a Judith Casco, afirmando que la arquitectura de su testimonio es "incoherente e irracional".
Luego vuelve a hablar de la coartada de Barreiro, ratificando la versión de que, al igual que De Marchi "tampoco estaba". En este caso porque se encontraba realizando un curso de Comandos, reconociendo que el Director de la Escuela de Comandos, que le firmó la constancia donde consta su participación en el curso, está procesado por represor, "pero no tenemos porqué dudar del valor legal de dicha constancia ya que se halla preso precisamente por ser Director de la Escuela de Comandos, no es un preso común". Justamente de lo que se le acusa al Director es de represión ilegal, al igual que a Barreiro, por lo que no se debe descartar allí que exista una natural empatía con el yerno del Chaque. Aquí trae a colación que Ferreyra denunció a Tomasella ante la Gendarmería, lo dice casi sin ligazón con lo que venía hablando, como si quisiera decirlo a cualquier costo y per sé.
Alega que los testigos víctimas han sido legal y legítimamente detenidos, en virtud de una causa judicial (la 310/84) y con todas las garantías de defensa. Insólito, esta afirmación era más esperable de su codefensor y parecía que él no argumentaría ese tipo de cuestiones pero así fue nomás.
Por último habla acerca del "Caso Artieda", y de su "presunto fallecimiento", se queja de que no se le permitió ser parte del expediente cuando aún no se sabía que el NN era Rómulo, o al menos no lo sabía casi nadie, excepto su asesino claro está y probablemente personas obligadas a no revelarlo.
Lo cierto es que el Juez de la Causa que descubre la identidad de uno de los cuatro NN del Cementerio "San Roque" de la localidad correntina de Empedrado, no le permitió a la defensa de Barreiro y De Marchi ser parte de la misma, en virtud de que la identidad no había sido revelada aún por los estudios de ADN encargados por los peritos del EAAF (Equipo Argentino de Antropología Forense), pero por algo pidieron ser parte, tal vez por una extraordinaria intuición, solo ellos lo saben.